El término “balotaje” o “ballotage” refiere a la segunda vuelta electoral de votación que se realiza en determinados casos en algunos sistemas de elección, como el que posee Argentina.
Tras conocerse los resultados de las elecciones generales, explicamos por qué en este caso no fue necesario llegar a esa instancia y por qué se definió la victoria de Alberto Fernández en primera vuelta.
La Constitución Nacional establece desde 1994 que un candidato es electo presidente en primera vuelta cuando obtiene más del 45 por ciento de los votos afirmativos, sin contar los nulos y blancos en el total, o cuando supera el 40 por ciento con más de 10 puntos de diferencia respecto al segundo candidato más votado. Si estos requisitos no se cumplen, se iría a un “balotaje”.
En este caso, la fórmula de Fernández-Fernández obtuvo más el 48,1 por ciento de los votos, mientras que Juntos por el Cambio registró 40,3%. Es decir, el líder del Frente de Todos obtuvo más del 45 por ciento de los votos afirmativos sin contar los votos nulos y en blanco y, por lo tanto, fue electo presidente.
El procedimiento es distinto en la Ciudad de Buenos Aires ya que, según establece el artículo 96 de la Constitución, el jefe de porteño electo es el candidato que obtiene la mayoría absoluto de los votos emitidos. Es decir, más del 50 por ciento de los votos, sin contar los blancos y los nulos en el total. Si ninguna fórmula obtiene este número de votos, se convoca a un “balotaje”.
En la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta ganó con el 55,45 por ciento de los votos mientras que su contrincante del Frente de Todos, Matías Lammens, obtuvo 35,46 por ciento. Por lo tanto, se considera a Larreta como reelecto en la Ciudad.
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