“Yo esperaba más castigo, una sentencia de por vida para que no pueda salir por tantos casos (de abusos sexuales), porque es una aberración lo que hizo. No estoy conforme con la sentencia, la Justicia minimiza todo”. Lo dijo Alejandra, desde la bronca, desde el disconformismo, desde el dolor a Diario de Cuyo.
Esta joven de 33 años, madre de dos chicos, epiléptica desde los 2 años, es una de las 14 víctimas por las que fue condenado el mayor abusador serial de San Juan, el ginecólogo Carlos Hugo Martínez (63). El médico había confesado esos 14 casos (muchos de ellos graves) contra pacientes que lo denunciaron en Jáchal y Capital, y aceptaba 18 años de cárcel en un juicio abreviado acordado con la fiscal Leticia Ferrón de Rago. El juez a cargo del juicio, Juan Carlos Peluc Noguera (Sala II, Cámara Penal) admitió ese acuerdo y el martes pasado lo condenó a 17 años de cárcel.
De sólo de rememorar aquella traumática situación Alejandra no pudo contener el llanto. Recordó que fue en 2014, cuando un problema con la obra social la privó de ver a su médico de cabecera y, de apuro, fue al Cimyn para tratarse de una infección urinaria.
De apuro también porque estaba sólo a tres semanas de dar a luz a su segundo hijo en una cesárea programada a causa de una epilepsia aguda, similar a la refractaria (ataques muy frecuentes) que sufría desde los 2 años y la obligan estar medicada.
Ya en la primera consulta con Martínez la sorprendió la actitud del médico, cuando le preguntó abiertamente, a ella y a su esposo, cómo hacían el amor, en qué posiciones se ubicaban.
En las consultas subsiguientes (al menos 4) pasó lo mismo, comentarios y preguntas sobre sexo hasta que en la última ocasión, le pidió que se pusiera en posición ginecológica, se sentó frente a ella en una silla y con la excusa de hacerle tacto, comenzó a masturbarla mientras él hacía lo propio. La mujer se dio cuenta por lo agitado que estaba y alcanzó a verlo. Todo terminó enseguida, también, porque justo en ese momento pretendió entrar una enfermera, pero Martínez le impidió el paso.
Shockeada, confundida, indignada, no paró de llorar hasta llegar a su casa. Allí le contó a su marido y juntos fueron a poner la denuncia: “Cuando fuimos a la Comisaría de la Mujer me hicieron sentir peor, porque la policía que me atendió dudaba, me decía si estaba segura, que si no me había parecido. La verdad, me sentí una basura ese día”, recordó ayer.
Lo curioso fue que por su denuncia nunca más la citaron y recién el año pasado, cuando estalló la seguidilla de denuncias contra Martínez, Alejandra fue otra vez a Fiscalía a denunciar esa experiencia delictiva en su contra, con su secuela traumática ya que por varios meses no pudo tener contacto íntimo con su marido, tenía pesadillas, trastornos alimenticios y otras alteraciones en su vida diaria”, comentó ayer.
Desde entonces los médicos no son buena palabra para la joven: “ahora me dicen médicos y les huyo, con médicos varones nunca más y menos ginecólogos”, comentó ayer.
Pero no todo es de tinte oscuro para esta joven desocupada, igual que su marido, porque ya se recibió de auxiliar en Bioquímica porque busca superarse y estudia el profesorado de Química. Y porque el nacimiento de sus hijos le sirvió para mitigar su epilepsia (ahora sólo le aflora en situaciones emotivas fuertes, precisó).
Ayer, dejó un mensaje para otras mujeres: “Les pido que se informen bien sobre las prácticas médicas para que no les pase lo que a mí y a tantas otras. Y si desgraciadamente les pasa, que se animen a denunciar, que no se queden calladas”, concluyó.
Carlos Hugo Martínez tiene 63 años y que le hayan impuesto 17 años de condena no significa que los cumplirá por completo. Puede gestionar una rebaja de la pena ante el Poder Ejecutivo y acceder a salidas transitorias al cumplir la mitad del castigo. O acceder a una prisión domiciliaria una vez que cumpla 70 años.
Diario de Cuyo