Bernarda Noboa compartió 11 imágenes. Sólo la última de ellas la muestra sin golpes en su rostro, sin marcas en su cuerpo y con un intento de sonrisa que esboza mientras se muerde los labios sin poder creer que, después de tanto tiempo, su cara no tiene hematomas, cortes ni rastros de sangre.
“Hace poco más de un año mi ex novio empezó a pegarme. Hace tres días me animé a denunciarlo. Se metió de tal forma en mi cabeza que me convenció de que la equivocada era yo, que esos golpes tenían una justificación: ‘Vos me pones así’, me decía. Convenció a sus amigos de que yo estaba loca, después a su familia e incluso intentó hacerlo con la mía. Era una persona tan simpática y amorosa en público que creía que cuando hablara, nadie me iba a creer”, relató la joven de 21 años en su cuenta de Twitter.
Oriunda de Larroque, un pequeño pueblo de 6.500 habitantes al sur de la provincia de Entre Ríos, abandonó su casa para refugiarse “en lo de una amiga” que la cobija en la provincia de Buenos Aires. Bernarda escapó -literalmente- el viernes pasado tras radicar la denuncia contra B.R. (la joven prefiere no mencionarlo) en la Comisaría de Larroque.
“El 5 de marzo cumplo 22 años y espero volver antes a mi casa. Quise irme para evitar cruzarlo, a él y a su familia. Para no sentir las miradas después de denunciarlo el viernes a la madrugada, cuando me pegó por última vez. Yo tenía un cumpleaños de 15 y él me obligó a quedarme. Eran las 2 de la mañana, estábamos a pocos metros de mi casa, y empezamos a discutir porque yo estaba mal, quería ir a la fiesta y él me lo impidió. Ahí me pegó y me dejó el cachete inflado”, relató a Infobae.
Y continuó: “Le pedía que se fuera, pasaban los vecinos y nos veían sentados, casi tirados, porque él me tenía agarrada. Le dije que fuéramos a mi casa porque me iba a sentir más segura, ahí estaban mis papás durmiendo. Le seguí pidiendo que se fuera y me pegó una piña, me la pegó en el ojo. Cuando se fue, me miré en el espejo y pensé: ‘No puedo buscar otra vez una excusa para perdonarlo. Llamé a una amiga y me acompañó”.
La denuncia, a la cual accedió Infobae, fue radicada efectivamente el 1 de febrero. Allí, con la firma de un oficial inspector, se establecieron dos medidas inhibitorias, vigentes durante los próximos 90 días a partir de la fecha. La primera fue prohibirle a B.R. acercarse a la propiedad en la cual vive la joven en un radio de 200 metros. En segundo término, “abstenerse de realizar actos molestos o perturbatorios como actos de violencia física o moral contra la denunciante y grupo familiar conviviente”.
“En 2018 me fui a estudiar Administración de Empresas a Gualeguaychú. Me volví en 2019 porque a él le molestaba que viajara. No me dijo que dejara de estudiar, pero quería que le pasara fotos constantemente, le molestaba que tuviera compañeros varones. Y a mí me encantaba estudiar. Pero lo dejé, porque me obligaba a viajar ida y vuelta hasta el pueblo, que eran 100 kilómetros en total”, recordó Noboa.
La joven indicó la fecha exacta en la que su ex novio comenzó a pegarle: el domingo 21 de octubre de 2018, el Día de la Madre de aquel año. “Estábamos volviendo de un boliche, me la pega y sale corriendo. Al otro día me buscó y me dijo que no se acordaba nada de lo que había hecho. Le creí porque habíamos tomado bastante. Después pasaron varios meses en donde no me tocó, pero sí me agredía verbalmente, me obligaba a privarme de un montón de cosas… No me pedía que dejara de hacerlas, pero yo misma lo dejaba para no soportarlo, porque él se enojaba”.
“Esa que veo no soy yo”, se dijo Bernarda, frente al espejo, la última vez que su ex novio le pegó. Mientras caminaba a la Comisaría, recordó el sinfín de episodios en los cuales le ocultó a sus padres los golpes, maquilló las heridas e intentó hacer recapacitar a B.R., quien comenzó a agredirla en el cuerpo y no en la cara, para evitar así que quedaran marcas visibles.
“Adelante de la gente me abrazaba, él era simpático, se llevaba bien todo el mundo. Me pegaba sin dejarme marcas. Cuando íbamos a nuestras casas, adelante de mi familia, se mostraba como un chico dulce y amoroso. Yo no sabía cómo demostrar que él no era así. Sentía que nadie iba a creerme, que iban a pensar que estaba loca”, sostuvo.
En su hilo de Twitter publicó una foto en la cual tapó la cara del agresor y mostró una de las tantas situaciones violentas que vivió a su lado. “Esa que veo no soy yo, con 7 u 8 kilos menos porque a pesar de ser una persona flaca, para él no era lo suficientemente flaca. ‘Sos gorda’ o ‘sos fea, no te las creas porque vos no das para tanto’. ‘No podes subir fotos porque eso es de puta’”, redactó junto a una imagen en el que él la toma del brazo y le patea la cara.
“Él se transformaba y pegaba. Yo antes no abrí los ojos, mi preocupación no se traducía en miedo a que me pegue sino a que me deje. A qué iba a hacer si él me dejaba. Por eso no pasaba enojada ni un día, me hacía quedar, me manipulaba y hasta que no me convencía no me dejaba irme. Estaba entregada: si él quería matarme, me podría haber matado”, rememoró.
Y agregó: “Además de ser violento, convencía a las personas, sabía mentir muy bien. Yo sabía que sola no podía ir a ningún lado porque me iba a encontrar. Mis papás fueron a la Comisaría a denunciarlo, pero le dijeron que no podían hacer nada si lo denunciaban por mí. Tenía que ir yo. Eso fue después del cumpleaños, que estuvo meses sin pegarme, estaba calmado. O eso creía…”.
Bernarda se refirió al último festejo de cumpleaños de B.R., quien tiene un hermano mellizo y juntos hicieron una gran fiesta en una casa quinta en las afueras del pueblo. “Los amigos no me querían, la familia tampoco. No me sentía bien porque estaba en un ambiente incómodo. Entonces le dije que me quería ir y obviamente respondió que no. Yo le dije: ‘Yo me voy a ir’. Y me encerró en una pieza y me dijo vos te quedás acá. Se sentó encima mío, la gente preguntaba dónde estaba y me rompió el teléfono en la habitación. Entró su prima, su tía, su papá, todos comenzaron a gritarme y me tuve que ir, sin teléfono, caminando por la ruta a mi casa”.
“Mi mamá quería que lo dejara, me decía que me iba a matar. Pero yo no creía que alguien que me amaba podía matarme. Yo solamente se lo contaba a una amiga que tenía, se lo contaba como algo normal, hoy que abrí los ojos no lo puedo creer. Me culpo porque me convencía de que los golpes no eran malos. Y había que olvidarse de todo eso. Le preguntaba por qué me pegaba y él me callaba con una piña. Le dije que dejara de pegarme porque no podía más, era así todos los días. Le pedía que me dejara de pegara”, sostuvo.
La denuncia de Bernarda será elevada a una Fiscalía regional, en la cual ratificará lo expuesto en la Comisaría de Larroque y allí ampliará toda la violencia sufrida durante el último año y medio.
“Me decía que estaba loca. Que agarrarme del brazo o tirarme de los pelos no era pegarme. Él me pegaba cuando no lo obedecía, se alteraba cuando lo quería dejar. Ahora quiero vivir tranquila, necesito estar en libertad. Lo necesito. Y no creo que vuelva a buscarme. O eso espero”, completó.
Si sos víctima o conocés a alguien que sufra violencia de género, llamá al 144 las 24 horas
Fuente: Infobae