Graciela es la madre de Martina Aguilera, una joven de 15 años que superó el cáncer tras pasar duros momentos en el tratamiento. En el medio hubo descompensaciones, quimioterapias, internaciones, pero pudo superar todo.
Ahora que volvió a su vida normal, Martina sólo quiere agradecer: a los médicos, a las enfermeras y a su familia. Ellos fueron los pilares en los que se apoyó. También se suma su fe: “Siempre tuvo su rosario bajo la almohada”, cuenta su madre.
Martina comenzó con dolores de cintura en marzo del 2018, eran tan fuertes que ni siquiera podía quedarse en la escuela durante toda la jornada. Tenía 13 años cuando empezó a recorrer médicos porque ninguno acertaba en el diagnóstico. Finalmente, a fines de junio de aquel año, un neurocirujano le detectó una leucemia linfoblástica aguda. En ese mismo mes comenzó los tratamientos.
Durante dos años le realizaron quimioterapias y punciones para control. Algunas la dejaban muy débil, tanto que tenían que dejarla internada en el Hospital Rawson. En ese tiempo ella trataba de no pensar en los dolores y para ello pintaba y veía televisión.
Cada vez que ella se acuerda de lo que atravesó su hija sus ojos se llenan de lágrimas. Principalmente cuando piensa en el mes de enero del 2019 en el que estuvo muy grave, aunque pudo salir adelante. “Es una guerrera”, dice con orgullo.
En los comienzos de la enfermedad, lo que más le costó a Martina fue aceptar que no iba a poder ver a sus amigos ni ir a la escuela, por eso pensaba frecuentemente en la recuperación y eso la mantenía con fuerzas.
El año pasado, tras salir delante de los momentos complicados que vivió, tuvo un poco de alivio: empezó con la quimioterapia oral la cual era menos invasiva con su cuerpo. En el 2019 también pudo volver a cursar en el Colegio Santo Domingo, así que se reencontró con sus amigos.
En julio del 2020 llegó una de las mejores noticias que recibió Martina en mucho tiempo: le iban a dar el alta de fin de tratamiento. “Sentí una mezcla de todo”, admite la adolescente. Ese día salió del hospital y fue a ver a sus abuelos para contarles la noticia, después le hicieron una pequeña fiesta sorpresa para festejar.
Luego del alta le hicieron varios controles médicos para ver si todo seguía funcionando de forma normal, como todos le salieron bien, recién tiene que volver en marzo a realizarlos.
“La verdad es que ella empezó a vivir de nuevo. Hubo días en los que estuvo tan mal que ahora nos parece mentira verla así”, cierra su mamá.