En Ischigualasto, investigadores sanjuaninos hallaron un ancestro de lagartos, serpientes e iguanas de hace 231 millones de años
Aunque estaban de campaña paleontológica y los descubrimientos de fósiles no son casuales, el pequeño cráneo podría haberse confundido con piedras –de hecho, estaba dentro de un sedimento o concreción- o haber pasado inadvertido por su mimetización con el polvo de Ischigualasto. Pero no. Hoy ese minúsculo fósil de apenas dos centímetros es tan pero tan enorme en su significancia para la historia de la evolución, que es parte de una de las publicaciones científicas más prestigiosas del mundo: la Revista Nature. Y este resultado magnífico es producto de trabajos y estudios arduos, minuciosos, precisos, algo así como quirúrgicos, de la Paleontología de la UNSJ.
Ese cráneo de pequeño reptil, que habrá medido unos 15 cm de largo, ancestro de lagartos, serpientes e iguanas y que ahora, 231 millones de años después de su vida se llama “Taytalura alcoberi”, estaba en la parte norte del sitio conocido como la “Cancha de Bochas”, sector donde afloran rocas de la Formación Ischigualasto. Y estaba completo y preservado tridimensionalmente, “algo inusual en este tipo de fósiles tan pequeños y frágiles”, se sorprende aún el paleontólogo del Instituto y Museo de Ciencias Naturales (IMCN) de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNSJ, el Dr. Ricardo Martínez, su descubridor.
Desde el sur de Pangea
El científico del IMCN – UNSJ describe que el animal hallado, primero en este tipo encontrado en toda Sudamérica y similar a una lagartija, poseía grandes órbitas, un cráneo ampliado hacia atrás como el de un camaleón y que los huesos de su cráneo están adornados con muchos huecos pequeños. Dice que sus dientes no se hallan en orificios como en los humanos, ni en un escalón como en muchos lagartos, ni pegados como en los esfenodontes, sino introducidos en un largo canal, “un modo único nunca visto en otros reptiles”, remarca. La descripción es profundizada con el linaje de pertenencia: asegura que las características anatómicas de “Taytalura alcoberi” muestran que “es un representante temprano de los lepidosauromorfos, grupo que incluye a los actuales lepidosaurios, (lagartos, serpientes y esfenodontes), que hoy rondan en las 10.000 especies y que tuvieron su origen en el mismo período que los dinosaurios, los cocodrilos, los pterosaurios y los mamíferos”. Martínez subraya que otros lepidosaurios tempranos “se han hallado en rocas de edad semejante en Europa, pero Taytalura no sólo parece ser ancestral a todos ellos en su aspecto, sino que es el primero hallado en el sur de Pangea, mostrando que la evolución del grupo no sólo ocurrió en el norte”.
Y, como explica Ricardo Martínez, en aquella antigüedad de Pangea de hace unos 230 millones de años, cuando todos los continentes formaban una única masa donde existían extensos desiertos, Ischigualasto era distinto, “con abundantes helechos, coníferas y plantas glossoptéridas o helechos con semilla, en un mundo que aún no conocía las flores”, dice. En ese escenario animales pequeños como Taytalura se movían velozmente cazando insectos.
El parentesco
En el IMCN – UNSJ el reptil recibió el nombre de“Taytalura alcoberi”. “Tayta” es “abuelo” en quechua; “lura” es “lagarto” en el lenguaje cacán, de los diaguitas. Esto quiere decir abuelo de los lagartos. La especie es “alcoberi”, y es en honor a la trayectoria en el desarrollo de la paleontología de Oscar Alcober, director actual del IMCN. El sufijo “i” de alcoberi significa “perteneciente a”.
Lo de “abuelo” de los lagartos y otros animales con escamas no es una construcción novedosa para un título periodístico, es literal porque “Taytalura alcoberi” está en el camino evolutivo hacia aquellos. “En la evolución existen los linajes diápsidos y sinápsidos. A los sinápsidos pertenece el humano y, por ejemplo, también “Pseudotherium argentinus”, aquel animalito antecesor de los mamíferos que vivió hace millones de años y cuyo cráneo se asemeja a la ardilla Scrat, de ‘La Era de hielo’. Lo que sucedió es que en el Paleozoico se produjo una bifurcación, que se da en que unos tienen una abertura temporal en el cráneo (sinápsidos) y otros que tienen dos aberturas (diápsidos), que las tienen todos los dinosaurios. Los diápsidos, a su vez, se dividieron en dos grandes linajes hace unos 250 millones de años, a comienzos de la Era Mesozoica: Arcosauromorfa, que es el que había dado origen a los dinosaurios, cocodrilos y aves, y Lepidosauromorfa o Lepidosauria, que dio origen a Squamata (animales con escamas). En este último entran los lagartos, serpientes, lagartijas, iguanas y “Taytalura” es el ancestro de todos estos animales actuales. Es un lepidosauromorfo que se encuentra entre ese diápsido muy primitivo y el camino hacia lagartos y serpientes. De allí la importancia, por eso ahora está en la Revista Nature”, reflexiona Ricardo Martínez.
El principio
Cuando el equipo de investigación estaba en 2001 de campaña en Ischigualasto buscando fósiles, entre sus integrantes había un voluntario aficionado a la fotografía que no paraba de disparar el flash. En una de tantas tomas captó a Ricardo Martínez levantando algo que había alertado su sentido de descubridor. Hay registros fotográficos, entonces, de cuando el paleontólogo de la UNSJ levanta el cráneo del reptil. “Hizo con su máquina una secuencia completa desde cuando buscaba en el suelo el cráneo del animal y de cuando avisé a los demás”, recuerda Martínez. El tiempo pasado desde aquel 2001 hasta esta publicación en la Revista Nature se relaciona con diversos motivos. Uno de ellos, y crucial, tiene que ver con la preparación del fósil y, de allí en más, con los diferentes estudios que pueden desembocar, como en este caso, en grandes hitos de la ciencia.
Ahora, el Dr. Martínez evoca que cuando hallaron el cráneo de “Taytalura alcoberi” al principio lógicamente no sabían bien de qué se trataba. “Pensábamos, sí, que tal vez podía ser un lagarto pequeño. Después, en 2013, lo llevamos a Estados Unidos, a la Universidad de Texas, donde le hicimos ‘CT Scan’ y entonces lo empezamos a estudiar el año pasado con detenimiento”, señala. El CT Scan es como una tomografía computada especial para fósiles, por la cual se puede obtener una vista 3D incluso del interior del cráneo. No es para menos, puesto que estaban ante un fósil que ilumina el origen de los animales similares a los reptiles. “No sólo tenemos los dinosaurios más primitivos conocidos en el mundo, sino que ahora resulta que tenemos al antecesor de los lagartos y de las serpientes actuales. Ese antecesor ha convivido con dinosaurios y su cráneo, que es lo que proporciona más información, estaba intacto”, pondera el investigador. Martínez es el caso del primer director de un equipo en la UNSJ cuya investigación aparece en la Revista Nature.
Fuente: Revista U