“Nunca se vio algo así en nuestra ciudad”; exclamó un vecino de Brinkmann mientras caminaba en la marcha que surgió de manera espontánea y recorrió las calles de la pequeña ciudad del noreste de Córdoba para reclamar justicia por la muerte de Aralí Vivas, de 8 años.
El cuerpo de la niña apareció calcinado en la habitación de la planta alta de la casa en la que vivía con su madre, su padrastro y sus cinco hermanitos.
Los primeros datos de la investigación señalan que la menor estaba muerta cuando se iniciaron las llamas y que el incendio fue un intento de tapar el crimen.
Con imágenes de cámaras de seguridad, testimonios de vecinos y otros elementos en la mano, el fiscal del caso, Oscar Gieco, ordenó la detención de Matías Ezequiel Simeone (33), el padrastro de la menor que había quedado al cuidado de los hijos de su pareja durante el fin de semana. También detuvieron a un cómplice identificado como Cristian Varela (40).
Detrás del horrendo crimen se esconde una historia llena de padecimientos para Aralí y sus hermanitos, hijos de padres con serios problemas de adicciones y con varios procesos de judicialización que, por lo visto, no lograron evitar esta tragedia.
Eso es lo que reclamaron los vecinos en la movilización en la que estuvo casi todo el pueblo y motivó que el municipio emitiera un comunicado en el que adhiere al pedido de Justicia.
Los vecinos de la casa del horror aseguran que el viernes por la noche empezó una fiesta y que la música no cesó hasta bien entrada la madrugada. El sábado, cuando todo parecía en calma, un llamado alertó a los Bomberos Voluntarios por un incendio en una vivienda.
Cuando la dotación arribó a la casa de calle Caseros un vecino les advirtió que podría haber niños en su interior. Los bomberos actuaron rápidamente. Sólo había fuego en la planta alta y todas las puertas de la casa estaban sin llave. Por eso, cuando encontraron el cuerpo calcinado de la menor, se llenaron de preguntas. ¿Por qué no atinó a escapar si estaba la puerta abierta?
La respuesta no tardó en llegar: se comprobó que Aralí estaba muerta cuando alguien prendió fuego la pieza de manera deliberada. Una hipótesis que manejan los investigadores señala que pudo suceder que la niña sufriera un abuso sexual y luego fue asesinada. El fuego fue originado para intentar tapar la causa de la muerte y hacerla ver como un accidente, según esta teoría.