“Los recreos no parecen recreos”, expresó una alumna sanjuanina

Jazmín Farías (11) recibió de su maestra el número 4. Ese será su banco, ya no estará a su lado su compañera Sofía. El nuevo protocolo del regreso a clases presenciales en San Juan obliga a un distanciamiento de 1,5 metro entre alumnos, llevar puesto el tapaboca las cuatro horas de cursada y lavarse las manos cada cambio de hora. Para la nena lo más llamativo de esta “nueva normalidad” no ocurrió dentro del grado sino afuera: “Los recreos no parecen recreos”, dijo en una descripción precisa de su experiencia inédita.

Los chicos de sexto de primaria y sexto de secundaria, últimos años de cada ciclo, retornaron este lunes al colegio, en 14 de los 19 municipios de San Juan. Son todas escuelas de fuera del Gran San Juan y en zonas rurales o alejadas de la capital, donde muchos no tienen acceso a computadoras ni Internet.

“Cuando ingresé me hicieron una entrevista. Me preguntaron mi nombre, apellido, división y después me tomaron la temperatura”, explica Jazmín. Un policía es quien tomaba los datos en la puerta de su escuela Normal Superior General Manuel Belgrano, en Caucete, a 30 kilómetros de la capital de San Juan.

El segundo paso del protocolo, fue recibir de mano de los docentes el kit de higiene, con jabón líquido, una toalla y alcohol en gel. Por fin, ingresó al aula: “Los bancos estaban separados por 1,5 metro. Cada uno de nosotros teníamos el número donde nos vamos a sentar cada día. Nadie más puede usar ni tocar tu banco”, dice que le informó su señorita.

Llegó la hora del recreo. No sonó el timbre general porque las salidas al patio son programas para cada curso y a distintos horarios. “Fuimos al baño a lavarnos las manos. Teníamos que tomar dos metros de distancia para cada alumno y, cada tanto, al terminar la tarea, repetir el lavado de manos”, dice Jazmín.

Por fin iba a disfrutar del ansiado momento del descanso. No fue de todo satisfactorio:  “Los recreos, no eran como recreos. Eran algo así como para despejarnos”, cuenta con absoluta sinceridad. Y detalla cómo era la división del patio entre los compañeros: “Hasta más de dos metros de distancia y todos estábamos separados (están señalados en el piso los lugares de cada alumno). No podíamos tocarnos, nada de contacto físico”.

Carolina, la mamá de Jazmín, le había contado a la nena cómo sería el protocolo. Diez días atrás, la mamá recibió a través del grupo de WhatsApp la invitación formal de la maestra y la directora de la escuela para volver a clases presenciales. La decisión era voluntaria de cada familia. “Al principio dudé si estamos haciendo lo correcto con dejarla ir, pero me siento confiada por el status sanitario de la provincia. Si lo cuidamos y mantenemos entre todos, creo que será posible que también sus cuatro hermanos vuelven a clases”, dice.

El entusiasmo de Jazmín por contar su vuelta a clases le dieron la razón de que habían elegido bien: “Estoy contenta, es como me lo imaginaba. De mi parte haré todo para que todos los chicos puedan volver a la escuela”.

Fuente: Clarín

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