El viejo término “marcador de punta” ya quedó en desuso porque hace rato que el lateral dejó de cumplir sólo el rol de marcar su zona y de cerrar a la espalda del zaguero central. Con el paso de los años fueron apareciendo los laterales ofensivos (Roberto Carlos, Cafú, Marcelo) que rendían más cuando pasaban al ataque que a la hora de defender. Y hoy, en pleno auge del fútbol moderno, los que actúan de 4 y de 3 se ven obligados a incrementar sus funciones dentro del campo de juego. Ya no alcanza con clausurar el lateral y desbordar por la raya.
Desde que Guardiola creó el concepto de “lateriores” (lateral más interior) en el Bayern Munich, con Lahm y Alaba atacando por adentro y no por afuera, el lateral debió transitar por terrenos inexplorados por sus antecesores en el puesto. La innovación táctica de Pep encontró imitadores en todo el mundo, interesados en copiar la idea para sumar variantes no sólo al atacar sino también al recuperar lo más alto posible.
En la Argentina, un abanderado en transformar a los laterales en lateriores fue Jorge Almirón en Lanús. José Luis Gómez y Maxi Velázquez solían arrancar pegados a la raya y avanzar en diagonal por adentro en campo rival. Y varios entrenadores incursionaron ocasionalmente en dicha estrategia, como Guillermo con Peruzzi en Boca o Guede con Buffarini y Mas en San Lorenzo.
La semana pasada, el que lo puso en práctica ante Atlético Tucumán fue Marcelo Gallardo. Como ya había hecho en otras ocasiones, a Mayada y Casco les pidió que se movieran por la zona central en terreno adversario. Mirá los mapas de calor de ambos que confirman esta variante:
¿Cuál es el sentido de colocar laterales por adentro en lugar de asignarles la misión de darle amplitud al equipo? La estrategia consta de dos motivos fundamentales:
1) Desde lo ofensivo, un lateral avanzando en diagonal, de afuera hacia adentro, provoca sorpresa en el rival y provoca desorden. ¿Quién lo toma? Si el carrilero o extremo rival abandona la banda para perseguirlo hacia el centro, es muy probable que el extremo propio (De la Cruz en el caso de River) logre atacar 1vs.1 contra el lateral rival (San Román). Si en cambio el que toma la marca del “laterior” es uno de los volantes centrales del 4-4-2 rival, esa acción liberaría a un volante ofensivo propio para desequilibrar por adentro (Nacho Fernández). De esa manera, siempre el equipo contaría con el famoso “hombre libre”. Mirá:
2) Desde lo defensivo, el posicionamiento del lateral por adentro implica tener un futbolista más cuando se active la recuperación post-pérdida. Así, el equipo suma un jugador para presionar y volver a hacerse dueño del balón. Contra Atlético Tucumán, Casco y Mayada sobresalieron también en esa faceta. Ubicados por el centro, se encontraban en una zona clave para evitar los contragolpes del rival. “Al poner al lateral por dentro, cuento con un futbolista más en la zona de recuperación y así tengo más chances de poder cortar la transición del equipo adversario desde su origen”, dicen que les explicó Pep a sus íntimos. Mirá:
Como en tantos otros puestos que cambiaron su rol en los últimos años, el lateral debe profundizar su perfeccionamiento, como aumentar su capacidad de saber leer el juego, para poder adaptarse a las nuevas exigencias que requiere el fútbol moderno. Los lateriores, parece, llegaron al fútbol argentino para quedarse.