Una estaba tendida en el salón principal de la casa, pero todavía respiraba. La otra permanecía en el piso de la cocina y lo terrorífico era que llevaba dos días de fallecida. Así encontraron este lunes a esa anciana de 90 años y a su hermana, de 92, quienes vivían solas y prácticamente en el abandono en una casa de Pocito.
Desde el sábado que no veían a Antonia, cuyo nombre real Rosario Felisa Riveros, y a su hermana Clemira Riveros, la menor de ellas. Una vecina que solía darle una medicación notó con no las veías y las ancianas tampoco se había cruzado, como hacían de vez en cuando. Cuando Mercedes Lucero fue a ver qué pasaba en la casa de las ancianas en el llamado callejón Los Mandarinos, al Oeste de calle Meglioli, descubrió que la puerta estaba trabada. Eso le preocupó más porque Antonia y Clemira nunca salían. Fue entonces que la Lucero empujó la puerta y tiró la silla que tenía por el lado de adentro. Ahí se encontró con el horror ayer en horas de la siesta.
Clemira estaba al lado de la puerta, en el suelo, deshidratada, apenas respirando y tiritando de frío. Lucero caminó a buscar a la otra anciana y la encontró en el suelo de la cocina, ya sin signos vitales. Ambas semi desnudas, pues no tenían ropa de la cintura para abajo.
Fue esa vecina la que llamó a los policías de la Subcomisaría Ansilta, que luego llegaron y acostaron en una cama a Clemira, mientras la abrigaban. Por la otra mujer mayor no pudieron a hacer nada. Después, un médico de la Policía constató que llevaba aproximadamente 48 horas de fallecida.
Ese fue el triste final de estas dos hermanas, ambos solteras, para quienes parecía no haber pasado el tiempo. Todavía cocinaban a carbón y tenían el baño afuera, además con lo mínimo. Dentro de la vivienda había un sólo grifo de agua potable. Las dos eran jubiladas y sobrevivían con lo justo, pero así también casi abandonadas.
Su única compañía era un hermano mayor, que supo cultivar en la finca familiar. Después el hombre dejó de trabajar la tierra y vendieron sus hectáreas, entonces quedaron únicamente con ese terreno de la casa del callejón Los Mandarinos. “El hermano mayor murió hace 11 años y las dos viejitas quedaron solas”, contó Alfonso Widmer, el vecino, que aseguró que cuando podía las llevaba a un médico.
Una sobrina se acercaba a verlas, pero desde que empezó la cuarentena no pudo visitarlas más. Marisa Pastén, esa pariente, contó “yo venía de vez en cuando a bañarlas o trataba de ayudarlas. Pero quedamos impedidos de verlas con la cuarentena. Hice gestiones para que las internaran en un geriátrico, pero un médico vino a la casa, las vio y dijo que no era necesario. Me aclaró que si la sacaban, iba a ser peor para ellas. También me comuniqué al municipio, pero no tenían personal para venir a verlas”.
Lo cierto es que las ancianas vivían una situación complicada. “Por ahí se perdían, no tenían noción del tiempo y mi mamá cada tanto les alcanzaba comida”, contó el hijo de Lucero. La vivienda parecía abandonada. La suciedad era general y había muchas cosas desordenadas. No tenían radio y el televisor pequeño que poseían no funcionaba. Una de las mujeres había dejado de cobrar la jubilación porque extravió el DNI. Los vecinos contaron que un hombre le cobraba a la otra hermana, le pagaban los servicios y le llevaba mercadería. Las abuelas eran desconfiadas con los vecinos, contaron.
En la Policía creen que el propio estado de abandono hizo que las mujeres no se alimentaran bien y que su salud se viera afectada. Y como vivían encerradas, no pudieron ser auxiliadas a tiempo. En el lugar no encontraron rastros de violencia u otro indicio que haga sospechar de un robo o una ataque contra las dos hermanas. Fuentes del caso señalaron que Clemira quedó internada en el Hospital Marcial Quiroga, con signos de deshidratación.
Fuente: Tiempo de San Juan