Hortencia Villa Urrutia había sido vista por última vez el 5 de agosto pasado en la localidad mendocina de Godoy Cruz. Ese día, antes de salir de su casa, le dejó una carta a su familia en la que pedía que no la buscaran. Después de poco más de un mes, un grupo de trabajadores encontró una pierna en Blanco Encalada. La escalofriante sospecha fue confirmada este martes por la Justicia: los restos pertenecen a la mujer desaparecida.
Si bien por el momento la principal hipótesis apunta a un suicidio, ya que Urrutia estaba medicada por un cuadro depresivo y por la nota que dejó antes de irse de su casa, sigue siendo un misterio qué pasó con las otras partes de su cuerpo.
La mujer de 73 años no quería que la buscaran. Así lo expresó de puño y letra en su carta, donde aclaró que “se iba lejos” y pidió que no intentaran localizarla. Su hija hizo igual la denuncia y se abrió una investigación por averiguación de paradero.
La primera pista surgió de las imágenes captadas por las cámaras de seguridad de la Terminal de Ómnibus de Mendoza, donde se detuvo a comprar un pasaje con destino a Potrerillos. Más tarde ese mismo día, testigos aseguraron haberla visto bajar de un micro en la parada de Blanco Encalada.
Sin avances en la causa que investigaba la desaparición de Urrutia, el viernes 13 de septiembre, alrededor de las 17, unos operarios que estaban trabajando cerca de la ruta 82, a la altura del kilómetro 27, descubrieron una pierna humana en avanzado estado de descomposición.
Horas después los restos fueron llevados al Cuerpo Médico Forense para ser sometidos a una prueba de ADN y los especialistas lograron confirmar la identidad de la víctima al cotejarlos con una muestra extraída a su hija, que fue analizada en el Laboratorio de Huellas Genéticas Digital.
Mientras avanzan para dar con el resto del cuerpo de la mujer desaparecida, los investigadores no descartan que la pierna haya sido trasladada por perros hasta el lugar en donde la encontraron. La causa quedó a cargo de la fiscal de Mendoza, Claudia Ríos.