Entre la salsa de especulaciones, encuestas (que nunca se sabe para donde van $$), la grieta (es raro que nos hayamos acostumbrado a hablar de ella como si fuese una persona ¿no?), la polarización entre Cambiemos y el kirchnerismo, los candidatos que van y vienen (de k a anti k y ahora a k acérrimos aunque quieren mantener distancia para que no se note que simplemente son… K… así de simple), nos topamos con un gran escollo llamado inflación (mejor no lo tendría que haber mencionado no vaya ser que el U$S se enoje y llegue a $60……)
Ya van dos gobiernos con dos modelos totalmente opuestos: izquierda (aunque más bien sería centro – izquierda con tendencia al “yoismo”), derecha (a secas pero biennn a secaaasss), populismo (con tendencia a bolsos, bolsitos, bolsones y a números en blanco que no cierran ni reescribiéndolos… Si sirve de consuelo, lo mismo le ha pasado a casi todos los gobiernos populistas de la región), gradualismo y ahora déficit fiscal 0 (con tendencia a suba del 1000% de las boletas de servicio… Más fuerte crisis del sector privado menos los grandes capitalistas relacionados a una familia que es mejor mantener en el anonimato (Macri y Compañía)).
Tras ocho años de recesión (2009-2017), el año pasado estalló la peor crisis económica desde el 2001/2002 que todavía nos tiene a mal traer (¡¿y cómo?!). ¿Será acaso que necesitamos otro cambio? ¿Dejar atrás los extremismos, antagonismos y grietismos (ya sé que no se escribe así pero necesitaba otro ismo)?
Mientras no nos toque un Bolsonaro… vamos estar mejor que en los últimos diez años.