De acuerdo con la Ley Electoral, los votos en blanco son válidos y afirmativos en las Paso, pero válidos y no afirmativos en la elección presidencial, lo que puede modificar el resultado final cuando los comicios son muy parejos entre las dos primeras fuerzas políticas.
La diferencia entre “afirmativos” y “no afirmativos” se traduce en la forma de contabilizar los mismos, mientras que los primeros se registran como tradicionalmente se computaban, como un voto más; luego de la modificación de la ley, hace varias elecciones ya, los votos en blanco se reparten proporcionalmente entre los distintos candidatos al no ser considerados a la hora de establecer los porcentajes.
Es decir que un candidato en las Paso podría sacar, por ejemplo, 1.000 votos y representar x porcentaje; pero esa misma cantidad de votos, podría ser 2 o 3 puntos porcentuales superiores en la elección del 27 de octubre, por el sólo hecho de computarlo en forma diferente.
Estas elecciones presidenciales podrían ser las segundas en la historia del país que se definan por segunda vuelta, ya que la diferencia que hay entre Mauricio Macri y Alberto Fernández sería menor a lo que establece la Ley Electoral para declarar un ganador en primera vuelta.
La cantidad de votos en blanco puede ser clave en los comicios del 27 de octubre, ya que ese tipo de sufragio favorece al candidato más votado, que así podría evitar el balotaje. ¿Por qué? ¿cómo se hace el recuento? ¿se computan los votos en blanco?
El Código Electoral Nacional establece que en la Argentina habrá balotaje si ninguna fórmula obtiene más del 45 por ciento de los votos o el 40 por ciento con una diferencia superior a 10 puntos porcentuales sobre la fórmula que le sigue en número de votos.
Los votos que se suman para llegar a ese porcentaje son los “afirmativos válidamente emitidos”. En ese sentido, los votos en blanco son “válidos”, pero no son “afirmativos”; es decir, integran la torta del 100 por ciento de los votos, pero no se computan a la hora de determinar qué porcentaje final obtuvo cada candidato.
Como son dos los resultados que podrían definir si hay o no balotaje, los siguientes ejemplos pueden clarificar la importancia del voto en blanco:
Ejemplo 1: gana el que obtiene más del 45 por ciento de los votos.
Hay 1000 votos válidos con la siguiente distribución: 440 para el candidato A; 320 para el B; 191 para el C; y 49 votos en blanco.
Si se tiene en cuenta ese universo, el candidato A sacó el 44%; B, el 32%; C, el 19,1%; y votos en blanco, 4,9%.
Pero como los votos en blanco no son afirmativos, el universo a tener en cuenta suma 951 votos. Así, el candidato A sacó el 46%; B, el 33%; y el C, el 20%. Es decir, el candidato A gana en primera vuelta porque obtiene más del 45 por ciento de los votos.
Ejemplo 2: gana el que obtiene el 40 por ciento con una diferencia superior a 10 puntos.
Hay 1.000 votos válidos con la siguiente distribución: 400 para el candidato A; 301 para el B; 200 para el C; y 99 votos en blanco.
Si se tiene en cuenta ese universo, el candidato A sacó el 40%; B, el 30,1%; C, el 20%; y votos en blanco, 9,9%.
Pero el universo de afirmativos a tener en cuenta suma 901 votos. Entonces, el candidato A sacó el 44,4%; B, el 33,4%; y el C, el 22,2%. Es decir, el candidato A gana en primera vuelta porque obtiene más de 40% -y menos de 45- con una diferencia superior a 10 puntos porcentuales sobre la fórmula B.