La Conadep, Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, fue una comisión creada por el ex presidente Raúl Alfonsín en 1983 para investigar las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar.
Desde hace unos meses varios referentes del kirchnerismo, como el escritor Mempo Giardinelli y el humorista Dady Brieva, han insistido en la idea de que sea creada una Conadep para periodistas que “han sido cómplices del avance de causas judiciales irregulares”.
Ahora se le sumó la aprobación explícita de una candidata del Frente de Todos, Gisela Marziotta que es compañera de fórmula de Matías Lammens, en el ciclo “Altavoz: mujeres haciendo política” que es organizado por Periodistas Argentinas.
Marziotta, que es de profesión periodista, es la primera candidata que se expresa públicamente a favor de la creación de un organismo o comisión de este tipo que, según la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), violaría el derecho a la libertad de expresión.
El comunicado de ADEPA
La expresión de un humorista que propuso la creación de una “Conadep del periodismo” quizás no justificaría un análisis serio y profundo si esta no hubiera sido considerada por otros protagonistas de la vida nacional. Hubo intelectuales que apoyaron la idea y políticos que sólo la calificaron de inconveniente. O que no la rechazaron de forma categórica, lo que evidencia un riesgo de legitimación. Y hasta hubo quien avanzó y sugirió el nombre “Conadepe” (para una supuesta Comisión Nacional sobre la Desaparición del Periodismo Ético), una suerte de Tribunal de la Inquisición para disciplinar a la prensa.
La ausencia de una reprobación contundente por parte de los principales protagonistas de un sector de la vida política argentina no puede sino generar alarma. En especial si se tienen en cuenta los antecedentes que oscurecen el accionar de ese espacio en materia de libertad de expresión, durante los años en que ejercieron el poder. Entre la infinidad de medidas persecutorias y estigmatizantes desplegadas en ese entonces, hubo simulacros de juicios públicos en las calles contra periodistas y editores. Hechos oprobiosos cuya repetición debería quedar descartada de las propuestas del debate público.
Esto implicaría desconocer el papel que tienen los medios y el periodismo en democracia. Los hallazgos periodísticos de la última década, que incluso le valieron a la prensa nacional los más prestigiosos premios internacionales, son fruto del trabajo de decenas de profesionales y medios que cumplen su labor. Y todos ellos generaron causas judiciales que están en pleno avance y hasta permitieron la recuperación de bienes del Estado.
Ojalá no se intente replicar en el futuro concepciones como las comentadas. Deberían quedar claros, desde todas las fuerzas políticas, el reconocimiento y el respeto total a la función periodística, aunque esta no sea del agrado del poder o de la facción política de turno.
Fuentes: Imagen: Diario Z. Comunicado: Perfil