Tal como se esperaba, la crisis económica comienza a reflejarse en los indicadores sociales de manera categórica a partir de la fuerte devaluación de la moneda. De acuerdo al índice de la Universidad Católica Argentina (UCA), la pobreza subió al 33,6% en lo que constituye el mayor valor en una década.
De esta manera, pega un fuerte salto desde el 28,2% registrado un año atrás e incorpora a 2,2 millones de nuevos pobres para englobar a 13,6 millones de personas. Así, se rompe la tendencia a la baja transcurrida durante el 2017, donde en un año de relativo crecimiento de la actividad económica, había caído más de 4 puntos.
Esto profundiza el fenómeno ya observado por el Indec, que informó un alza de 1,6 puntos durante el primer semestre del año, que sin dudas se acercará a lo recientemente publicado por la UCA en la medición del segundo semestre.
De hecho, teniendo en cuenta que la Universidad privada hizo la medición durante el tercer trimestre del año, el dato del Indec podría ser incluso más alto y llegar al 35%.
Sucede que, de acuerdo a los especialistas, el pico del desempleo y la recesión se vería en los últimos meses de este año. Por lo tanto, la medición de la UCA no llegó a medir los efectos de la crisis en su totalidad.
“El nuevo escenario ha tenido efecto sobre los ingresos reales de los que disponen los hogares por un deterioro del poder adquisitivo de los salarios, de los haberes jubilatorios y de las prestaciones sociales”, indica el estudio de la UCA.
Por el lado de la indigencia, el estudio marca que no tuvo la misma elasticidad frente a los abruptos cambios del escenario macroeconómico por “la existencia de fuentes no laborales de ingreso por parte de los hogares que amortiguan el impacto del deterioro distributivo”.
Esto se produce a partir de que “casi el 40% de la población urbana percibe algún tipo de programa social”. No obstante, la UCA muestra un alza significativa de la inseguridad alimentaria que llegó a afectar al 7,9% de la población.
En consecuencia, la indigencia pasó del 5,7% al 6,1%, con especial afección en el conurbano bonaerense (10,4%) y en los niños y adolescentes (10,9%), siendo la tasa más alta de toda la serie histórica de la universidad.