Había mucha angustia acumulada en los jugadores de Racing. La tremenda remontada a Tigre no hizo otra cosa que evidenciar lo que era fácil de suponer. El plantel académico sufrió su peor semana en años tras perder el campeonato por ese penal que Armani le atajó a Galván sobre la hora. Habrán sido días enteros sin dormir. Fueron tres de licencia porque el clima era de “velorio”. No había fuerzas para reaccionar. El golpe se trasladó hasta este primer tiempo del desempate con Tigre para acceder al Trofeo de Campeones con Boca.
El equipo de Gago pisó el Ducó con la mandíbula todavía hecha pomada. No estaba de pie. Deambuló durante 45 minutos intentando agarrarse de las sogas. Sin reacción, fue Tigre el que se impuso de arranque y amenazó con darle otro golpe doloroso a Racing, que se fue al descanso 0-2 abajo en un tiempo lleno de matices. Del tonto penal de Jonatan Gómez a Retegui a la mala expulsión de Luciatti. Del Tigre con 10 al penalazo que sacó de la cancha a Copetti que no fue cobrado y el segundo de Colidio que pareció triturar a la Acadé.
Así se fueron al descanso. Los de Gago peor no podían jugar y encima habían perdido a su goleador. Con movimientos lentos y cansinos, y perdiendo todos los duelos individuales, Racing se metió en la manga y se hizo una promesa. Tal como reconocería Gómez un rato después, los jugadores se juraron morir de pie. Sabían que no podían terminar el año con una imagen así de mala. Hasta era una cuestión de actitud, de demostrar carácter en el momento más difícil.
Y lo hizo. Y animándose a jugar al fútbol. Hay que reconocer la valentía del propio Jonatan. Hizo un PT muy malo, con un penal tonto y estaba para no jugar el ST. Pero el DT lo dejó en cancha y se puso el equipo al hombro. A los 7 segundos casi descontó con un remate de media distancia y a los 14 minutos armó un jugadón para dejar mano a mano a Romero, quien de zurda anotó el 1-2.
Para ese entonces, el Matador ya tenía poca nafta en el tanque y terminaría el partido resignando el ataque, sin Retegui ni Colidio en cancha. Intentó aguantarlo, pero con un hombre menos se desgastó antes de tiempo. A los 39’, Gómez volvió a aparecer. Hizo una finta sin pelota para obtener la ventaja, se la pasó a Romero y el goleador se la volvió a pasar para que definiera con el arco vacío. 2-2 y a empezar un partido nuevo.
Así lo entendió Gago con dos cambios polémicos. Si bien estuvo bien en volver a armar la línea de cuatro con Mura, sacó al propio Gómez y Rojas cuando estaban generando fútbol. En el tiempo extra, entonces, la Acadé fue con más envión que juego. Claras tuvo apenas dos: Marinelli le tapó un mano a mano al propio Romero y cuando había olor a penales llegó Hauche.
El Demonio, uno de los líderes del plantel, la metió con la cabeza y terminó llorando casi sin consuelo. Todos sus compañeros fueron a abrazarlo. Era el peso de ese fatídico penal que salió a flote. Tal como Racing.