Loan sonríe. Está sentado junto a su padre, a punto de comer carne de gallina y de tomar la sopa que preparó su abuela Catalina. Loan tiene hambre después de haber cabalgado varios kilómetros desde Nueve de Julio hasta la casa de su abuela. Va por primera vez al Paraje Algarrobal, donde esa mujer de 87 años pasó toda su vida junto con algunas vacas, gallinas y un par de perros que ladran cuando rara vez pasa alguien. Un lugar perdido en el tiempo, entre alambrados gastados, un naranjal, un eucalipto añoso y una casa con tapera –y excusado– que funcionó como una trampa.
Loan tiene cinco años y cabalgó con su papá, José Peña, para darle una sorpresa a su abuela, que los había invitado y sospechaba de la visita de su hijo como todos los domingos y cada vez que hay feriado. La madre del chico, María Noguera, dijo que no se sentía bien y prefirió quedarse en su casa. Era jueves y en el pueblo no se trabajaba por el día de San Antonio. El santo murió el 13 de junio de 1231 en Padua, Italia, y se lo venera y a él se encomiendan los que quieren recuperar objetos perdidos.
Catalina Peña organizó la comida para agradecerle al santo porque había aparecido su viejo celular. Tras el almuerzo, el que se perdió fue Loan. Antes se obtuvieron las últimas fotos del menor. En una se lo ve a mirando un teléfono celular con una leve mueca de sonrisa. Uno de los investigadores señala que a Loan “se lo ofreció como mercancía u ofrenda”. Hay otra imagen en la que el menor aparece en primer plano como si fuera a completar un “book” o muestrario.
La abuela Catalina tuvo que matar dos gallinas más al ver la cantidad de invitados. A José y a Loan se le sumaron su tío Antonio Benitez, quien a la vez invitó a Daniel “Fierrito” Ramírez y a su esposa, Mónica Millapi. Benitez es el más comprometido con la desaparición. Fue quien admitió haber perdido de vista a Loan tras el almuerzo y le avisó a su mujer por mensaje. Tiene antecedentes penales y cuando allanaron su casa encontraron droga. Fue acusado incluso por su hermana Ana: “Yo no confío en mi hermano, está bien que esté preso; ya estuvo muchas veces, lo acusaron de robo, tenía drogas y estaba necesitando plata porque tenía una deuda. Mi hermano capaz se llevó a Loan y su esposa también sabe algo y tiene que hablar”.
Benitez tiene dos causas en la Justicia, una por tenencia de droga para consumo y la otra por abigeato. Fue al almuerzo con su esposa, Laudelina Peña, y en el momento de la sobremesa se fueron con Loan y el resto de los chicos al naranjero. Su hermana dice que lo vio “sin remera” y eufórico. Cuando oscureció fue al pueblo en moto: declaró que fue a buscar una linterna que le había dado el veterinario y que luego compró pilas porque no tenía. Pero no fueron los únicos invitados sin aviso. Hasta el Algarrobal llegaron María Victoria Caillava, exfuncionaria municipal, y su esposo, el excapitán de navío de la Armada Carlos Pérez, ambos acusados de ser los organizadores del secuestro del menor.
En algún momento, luego de la larga sobremesa, Loan se esfumó; desapareció como por acto de magia ante la vista de todos, de quienes, quizás, miraron para otro lado.
El “punto ciego”
“Hay un punto ciego en la investigación […] que es la extracción del menor. Nadie sabe cómo lo sacaron y en la Cámara Gesell los otros chicos declararon que Loan dijo que iba a llevarle naranjas a su mamá”, le dijo Patricia Bullrich a LA NACION. La ministra visitó la zona, accedió al expediente y se reunió en Goya con los fiscales, la jueza federal Cristina Elizabeth Pozzer Penzo y el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdéz.
Para las fuentes del gobierno nacional hubo una pérdida de tiempo en las primeras 24 horas. Desde el Ministerio de Seguridad admitieron que se enteraron al día siguiente de la desaparición de Loan “por los medios y no por el aviso de las autoridades correntinas”.
La primera medida del gobierno nacional fue el ofrecimiento del Sistema Federal de Búsqueda, Sifebu, que depende de Seguridad, desde el día 14, pero la provincia “no aprovechó al máximo el sistema” dijo el secretario de Investigación Criminal, Marcelo Romero. El exfiscal de La Plata estuvo en Corrientes como parte del equipo que el Gobierno envió como auxiliar de la Justicia federal. Recién el 15, el fiscal provincial Juan Carlos Castillo peticionó el sistema de Alerta Sofía y solicitó la ayuda de las fuerzas de seguridad federales.
La primera línea de investigación apuntó a que Loan se perdió en el Paraje Algarrobal. Sin embargo, los rastrillajes en la zona fueron infructuosos. Después se supo que el comisario Walter Maciel, detenido y acusado de encubrimiento, había plantado pruebas para desviar la pesquisa (como la zapatilla del menor). Entonces se recurrió a la intervención federal bajo la hipótesis del secuestro para la Trata de Personas. Los fiscales locales Castillo y Guillermo Barry, que fueron los primeros en intervenir en la causa, reconocieron que a Loan se lo llevaron con fines de explotación, pero nunca admitieron fallas en la investigación.
Con la intervención de la Justicia Federal, la carátula pasó de “abandono de persona” a “captación de persona con fines de explotación y trata”. Algunos datos oficiales indican que “Loan está con vida y en la provincia”, dijo la periodista local Judith Córdoba, que tuvo acceso al expediente. Los investigadores, que incluyen a la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas, Protex, insisten con que la clave estuvo en el almuerzo, o ceremonia, en la casa de la abuela, que tiene un importante santuario, bastante más grande que la mayoría de las viviendas de Nueve de Julio. “Le estoy pidiendo a mis santos que me devuelvan a Loan”, repite la abuela. El 13 de junio también es una celebración en el rito umbanda. San Antonio es venerado por la religión sincrética afrobrasileña y espiritista: “San Antonio Exu y Pomba Gira”.
En ese pueblo en donde nació Loan y sus ocho hermanos, todos son sospechosos. Desde su progenitor hasta su abuela. La duda recae sobre “el punto ciego” que señalan las autoridades nacionales para explicar la desaparición del menor. “Nadie escuchó un motor, no vio un vehículo, ni quien se llevó a Loan”, aseguran. Y no se descarta la pista intrafamiliar. Los habitantes de esa zona son rurales, de pocas palabras y un mundo simbólico apegado a las creencias. La única explicación a la extraña desaparición es que todos estén de acuerdo en la trama criminal con un pacto de silencio. Difícil. Sin embargo, la sospecha de la Justicia hace foco en el matrimonio Pérez y Caillava: “El día 13 de junio del 2024, a eso de las 15, aproximadamente, los imputados Pérez y Caillava captaron al menor Loan de cinco años de edad, lo trasladaron a un destino desconocido con fines de explotación, la captación tuvo lugar en mediaciones de la casa de Catalina Peña (la abuela paterna de Loan) ubicada en Paraje Algarrobal, de la localidad de Nueve de Julio”, señala el expediente.
Así se siguió la ruta del matrimonio, que después de la desaparición del menor se fueron a la capital de Corrientes, por un trámite médico, y luego a La Tigra, una localidad en el interior de Chaco, por la compra de una casa rodante. Ambos tienen un pasar diferente al del resto de los pobladores de Nueve de Julio: varias propiedades y vehículos que no condicen con el sueldo de empleada municipal de Caillava y la jubilación de exmilitar de Pérez.
Un foco especial sobre el más chico de la mesa
Los peritos se preguntan si la visita de Loan fue también un motivo de celebración. El interrogante surge porque el menor fue el único al que le tomaron varias fotos ese día. También por la duda del ritual alrededor de la celebración de San Antonio. Respuestas que tal vez escondan Daniel “Fierrito” Ramírez y su esposa. Pillapi, ambos amigos de Antonio Benítez, tío de Loan, y de Laudelina, que los invitó el día anterior por mensaje de texto. Todos aparecen en la foto del almuerzo y están presos.
“Fierrito” dijo que fueron a la casa para agradecer “el trabajo” espiritual que había hecho la abuela Catalina. La jueza federal de Goya, Corrientes, Cristina Elizabeth Pozzer Penzo, a cargo de la investigación, acordó con Patricia Bullrich que serán “muy duros con quienes difundan la información sobre el caso”, tal como remarcó la ministra de Seguridad ante la posible complicidad, desidia e incompetencia que demostraron las instituciones locales hasta ahora. Por eso volvieron los allanamientos al Algarrobal y a la casa de la abuela y del propio Loan, con nuevos secuestros y peritajes de teléfonos que puedan indicar la ruta de los detenidos a través del mapa de las antenas celulares.
“La prueba científica es clave. La apertura de los celulares, una mancha hemática y una prueba sexual realizada sobre Benitez pueden dar más pistas”, le dijo a LA NACION una calificada fuente del Gobierno, que confía en que algunos de los imputados se arrepientan bajo el régimen de una mejora en la pena (como en la delación premiada o ley del imputado colaborador aplicable a este tipo de delitos).
“Las redes de trata actúan en el mercado de compra y venta de menores para la sustracción de la identidad para la mal llamada ‘adopción ilegal’, para cometer delitos sexuales y para rituales paganos”, explicó a LA NACION el abogado penalista Carlos Dieguez, especializado en estos temas. Los expertos en las formas del crimen organizado apuntan a las zonas frágiles y a las familias vulnerables dispuestas a vender/venderse a expensas de mafias que seducen con mucho dinero o apremian junto con una red de complicidades que va desde funcionarios municipales y comisarios hasta jueces.
El comisario general retirado Alejandro Ñamandú, exjefe de Investigaciones de la Policía Federal, dijo que le llamó la atención que la Justicia de Corrientes no convocara a los especialistas del delito de trata cuando todos los indicadores muestran ese delito. Y agregó: “El fiscal pecó de ingenuo o de burócrata al seguir la pista del comisario de Nueve de Julio”.
Para Ñamandú, un experto en la trata de personas, América latina es un foco de este delito. “La Triple Frontera tiene conexión con la provincia de Misiones y Corrientes para este tipo de delitos”.
Niños en la mira del crimen organizado
En Misiones, capital de la inmigración en la Argentina, la venta de bebés incluye una compleja trama, desde las punteras o “buscadores de panzas” o de “vientres en gestación”, hasta abogados y jueces que sustraen la identidad de los recién nacidos a nombre de los futuros padres. En Corrientes, los antecedentes señalan casos de desaparición y crímenes de menores vinculados con rituales, en una provincia señalada como la capital del sincretismo religioso argentino.
Allí se mezcla el catolicismo más tradicional con las religiones y los santos paganos. Por ejemplo, sobre la ruta 119, que atraviesa gran parte de Corrientes, se ubican el santuario oficial del Gauchito Gil y el de San La Muerte, que es visitado por miles de peregrinos.
El perito criminalista Fernando Cardini dijo que “en junio se cometen muchos crímenes para rituales satánicos y no puede obviarse esa pista en este caso”. Marcela Cano, abogada de la asociación Madres Víctimas de Trata, señaló que pudo “acceder a un informe en Holanda en donde aparecían menores de Latinoamérica que se venden a 25.000 dólares para fines de explotación sexual, pedofilia o pornografia infantil”.
A menos de 100 kilómetros de donde desapareció Loan secuestraron a Ramoncito en 2006. Por el crimen del menor que ocurrió en Mercedes, Corrientes, hay diez condenados a prisión perpetua. A Ramón González lo secuestraron para torturarlo y vejarlo en un ritual umbanda y satánico. Antes de someterlo fue elegido por la secta que practicaba sacrificios. La Justicia investigaba, en ese momento, la aparición de fetos en zonas que, luego se supo, coincidían con los puntos cardinales del ritual diabólico.
Ramón fue sentenciado porque descubrió que el plan criminal apuntaba a Ramonita, una niña de su edad de la que estaba enamorado, según me contó su mamá personalmente. “Por eso mataron a Ramón” y luego lo descuartizaron y esparcieron sus restos de acuerdo con el rito que describió José Humberto Miceli, el antropólogo de la Universidad de Misiones que fue clave en la investigación judicial.
Los responsables de la secta formaban parte de las familias más poderosas de esa localidad correntina. Durante muchos meses desviaron la investigación judicial hasta la confesión de Daniel Alegre, el pai umbanda que descuartizó al menor, a quien entrevisté en la cárcel. Un carnicero al que le habían pagado por viajar desde Buenos Aires y hacer un trabajo diabólico con la precisión de un cirujano.
Silencios y encubrimientos
“Donde miro lo veo a Loan” repite su abuela Catalina. Ella reconoce que llamó a su sobrina para invitarla al almuerzo y sorprende al decir que “los pomberitos se llevan a los chicos…”. El Pombero es una especie de duende de origen guaraní que se encuentra en las zonas rurales. Si la escena del almuerzo es la clave, las fotos son un importante indicador. En especial, porque apareció una imagen con otros chicos, en una mesita más chica, el día del encuentro. La abuela reconoció que pidió que se hiciera una foto de Loan en la mesa. Y dice que desconfía de Benitez.
Todos son sospechosos en un pueblo de no más de 2500 quinientos habitantes. Una población que, hasta la desaparición de Loan, vivía más o menos tranquila. Los chicos iban solos a la escuela y jugaban sin riesgos en la plaza. Pero todo cambió ese jueves; tras la desaparición de Loan se cortó la luz en todo le pueblo “por fuerte tormentas”, según informó la empresa eléctrica. Parece escrito por Stephen King. Ni el intendente Hugo Sebastián Ynsaurralde se salva de las dudas: “Nunca pasó algo así […] estoy shockeado”, le dijo en una entrevista a José María Costa, enviado especial de LA NACION a Nueve de Julio.
Incluso desde la fiscalía local reconocieron: “El comisario y la familia nos mantuvieron engañados”. El fiscal federal de Goya Mario De Guzmán, ahora a cargo del expediente, busca empezar de cero una investigación que estuvo dormida y desviada y desorientada por casi quince días. A tal punto que se detectaron falsas alertas desde Colombia, Paraguay y Córdoba. Algunas, con videos que mostraban a un chico que no era Loan. El fiscal general de Corrientes, César Sotelo, señaló que “no descartan ninguna pista, en particular, la de una mayor red de trata de personas”.
La negativa a declarar de los seis detenidos, cinco de los cuales fueron trasladados a una cárcel de Salta, es otra muestra de una posible red de encubrimiento. Y la foto de la abuela de Loan con Carlos Pérez y Victoria Caillava contradice la declaración en donde señalaron que no se conocían.
Las organizaciones criminales saben de la fragilidad de la Argentina para enfrentarlos y, ante la falta de respuesta o la complicidad de las fuerzas de seguridad y la justicia, el gobernador Gustavo Valdés se reunió con la ministra Bullrich para intentar buscar respuestas en donde solo hay preguntas.
La política tampoco responde ante la demanda de la opinión pública, que eclipsa la multiplicidad de la cobertura de todos los medios desde el inicio de esta historia. Es un caso que sumerge a la ciudadanía entre el dolor, la impotencia y la indignación frente a un sistema permeable a la impunidad del crimen.
Antecedentes desalentadores
LA NACION accedió a otros casos de una problemática que va desde la gestación, la búsqueda de vientres y los llamados niños commodities. Uno es el de Marta (cuyo nombre completo preservamos), que quería adoptar de forma urgente un niño.
“Sabía que legalmente tardaba mucho y con 46 años estaba más para ser abuela que para ser madre. Me ofrecieron comprar un bebé. Viajé más de mil kilómetros y ahí estaba lo que yo quería: un niño rubio, rozagante y de ojos celestes. El abogado lo tenía en brazos y, más tarde, el juez haría los papeles a mi nombre. Solo había un problema: la madre quería vender a sus otros dos hermanos. No hubo caso. Tuve que llevarme a los tres. Lo bueno es que me hizo precio, pagué solo por dos”, contó.
En la Argentina aún nadie puede impedir que el crimen organizado se ocupe de lo que no se ocupa el Estado. Los chicos son transformados en mercancía y el sujeto de derecho pasa a ser un objeto de intercambio comercial que empieza con el embarazo y la búsqueda de bebé.
Comienza con la gestación, que es el primer paso para los niños commodities, de madres que, por distintas razones, alojan en sus vientres a los hijos de otros. La desaparición de niños muchas veces aparece vinculada a otros delitos, como el tráfico de armas, de drogas, blanqueo de dinero y evasión fiscal. Ocurre fuera y dentro de las fronteras de un país, tiene diferentes fines de explotación (laboral y sexual), afecta a niños, niñas, adolescentes y personas adultas y puede producirse con o sin la participación de grupos delictivos organizados.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se ha referido a la estigmatización de determinados grupos de niños y adolescentes sobre la base de su condición socioeconómica, su origen étnico, situaciones de vulnerabilidad en las que estos puedan encontrarse y visiones estereotipadas y subjetivas asociadas a su apariencia o comportamiento, entre otros aspectos.
Estos niños, niñas y adolescentes están mucho más expuestos a sufrir diversas formas de violencia y a ver sus derechos vulnerados, ya sea por parte de particulares o del propio Estado y sus agentes. Los niños y adolescentes –en especial, varones– que viven en zonas, barrios y comunidades particularmente afectadas por la violencia y la inseguridad son percibidos como “potenciales riesgos y con frecuencia enfrentan un tratamiento diferenciado y discriminatorio por parte de los agentes del Estado, los medios de comunicación y la sociedad en general”.
Está claro que los niños son valorados como mercancía. Su rol de sujeto pierde sentido, postergado por el objeto de valor de quienes hacen su negocio. La CIDH advierte con preocupación que la diversificación de las actividades ilícitas de los grupos criminales “tiene efectos nefastos en los niños, niñas y adolescentes, que aparecen como unas de sus principales víctimas con altos índices de violencia contra la niñez. Se destacan las actividades relacionadas con la producción, la distribución y el tráfico o venta de drogas y estupefacientes ilegales; la trata y explotación sexual en diversas modalidades, entre ellas el turismo sexual, la pornografía infantil y la utilización de niñas, niños y adolescentes en la prostitución; la trata con fines de explotación laboral, y el tráfico de migrantes asociado con las situaciones de abuso y violencia ejercidas por los traficantes. Adicionalmente, estas son formas de explotación que pueden aparecer interrelacionadas”.