Pablo Lema tiene 45 años y vive en Liniers. A principios de abril, recibió el llamado de una médica que lo hizo pensar que su padre, internado desde hacía cuatro días, se estaba muriendo. “No pude soportarlo. Agarré el auto y me fui hasta la clínica”, dice. Aquí repasa su accionar y cuenta cómo cambió su percepción de la vida: “Hay un antes y un después del COVID-19″
“Cuando recibí el llamado de la médica estaba en un bar. Me dijo que mi viejo, que llevaba cuatro días de internación, no estaba saturando bien y que, por sus antecedentes cardíacos, el pronóstico no era bueno. Agarré el auto y me fui hasta la clínica”, cuenta el hombre y prefiere no revelar el nombre de la Institución “para evitar otro conflicto”.null
“No lo pensé demasiado: Llegué al quinto piso y empecé a buscar el número de la habitación. Ahí se me cruzaron un par de enfermeros en el camino” relata Pablo con la emoción aun a flor de piel.