Daniele De Rossi se despedirá el próximo domingo de la Roma cuando enfrente al Parma en el estadio Olímpico por la última fecha del Calcio. Al borde de los 36 años (los cumple el 24 de julio), el histórico volante central dirá adiós luego de 18 años consecutivos en el conjunto romano. Sin certezas aún sobre su futuro, salvo que seguirá jugando y no colgará los botines como se creía, existen clubes que ya mostraron su interés por contar con los servicios del experimentado volante. Entre ellos, nada menos que Boca. Nicolás Burdisso, manager del Xeneize, jugó en la Roma con De Rossi entre el 2009 y el 2013 y ya manifestó su interés: “Me gustaría que venga. Es un querido amigo. Nos interesa”.
Ante esa posibilidad, en Olé recordamos dos hechos, dos grandes gestos, que enaltecen la figura de De Rossi tanto dentro como fuera de la cancha. Mirá:
Primero el Fair Play. El 19 de marzo del 2006, la Roma recibió la visita del Messina por la fecha N°30 del campeonato italiano. Iban 35 minutos del primer tiempo, con el marcador 1-0 favorable al local, cuando llegó un centro de Mancini al corazón del área y De Rossi saltó a cabecear. La pelota se introdujo en el arco pero al instante, el arquero y los defensores del Messina reclamaron mano del 16 de la Roma. El árbitro se fue hacia la mitad de la cancha concediendo el gol. Pero ahí, De Rossi se acercó al juez y le reconoció que la pelota se desvió al pegarle en la mano. Automáticamente, la jugada fue anulada. La anécdota cuenta que De Rossi, de 23 años en ese entonces, le pidió al árbitro no ser amonestado mientras era felicitado por sus rivales.
La medalla del Mundial. El 17 de marzo del 2016, casi diez años después de aquel gesto de Fair Play, De Rossi volvió a asombrar por una actitud suya aunque en este caso fue fuera del campo de juego. Ese día falleció a los 92 años Pietro Lombardi, el utilero del plantel de Italia que había salido campeón del mundo en Alemania 2006. El volante de la Roma, muy conmovido por la muerte de “Cepillo”, como llamaban al utilero, viajó hasta Florencia para asistir al funeral y los presentes cuentan que dejó su medalla de oro de campeón mundial en el ataúd de Lombardi.