Defensa y Justicia tiene quien lo inspire: campeones europeos que nadie imaginaba

Era imposible. Las cenicientas tienen finales felices solamente en las películas. Hasta que ocurre el milagro. En la Premier League, tal vez el mejor campeonato del mundo, poblaado por caciques con historia, gobernado por clubes con mística y con instrumentos millonarios. Figuras mundiales. En las casas de apuestas oficiales, Leicester pagaba 5000 a 1. Un día, se hizo la luz.

Se consagró por primera vez en sus 132 años el 2 de mayo de 2016. Una de las mayores hazañas del fútbol. Los últimos años se habían repartido las vueltas olímpicas Manchester City -gigante a partir de los millones-, el United, Chelsea y Arsenal. Dirigido por el italiano Claudio Ranieri, coronó una gesta que recupera lo mejor que tiene el fútbol: la certeza de que todo es posible.

«Es la mejor sensación de mi carrera. No puedo estar más orgulloso de ser parte de este equipo», contó el capitán, Wes Morgan. «No puedo creer que lo hayamos logrado, pero aquí estamos. ¡Somos campeones de la Premier League!», se sorprendía. Había que viajar en el tiempo para encontrar su mejor campaña: segundo en 1929. En la temporada anterior había evitado el descenso con una remontada en las fechas finales: se había salvado por 6 puntos. En la 2015/2016, Leicester llegó a la cúspide en la fecha 23 y, pese a augurios que vaticinaban un derrumbe, soportó la presión. En 2009 era un actor secundario de la tercera categoría. Habituado a la segunda -su lugar en el mundo-, sus vitrinas tenían apenas tres Copa de la Liga y una Community Shield.

Defensa y Justicia lo observa de reojo. La comparación, en este caso, no es odiosa: es un equipo del ascenso, alcanzó la cúspide en la fecha 18 -45 puntos, como Racing, pero único invicto- y ahora empieza a escribir otra aventura, que tiene a Gimnasia como actor de reparto más próximo, ya que se enfrentarán este domingo a las 21.30 en Florencio Varela. El Halcón es, paradójicamente, la cenicienta de nuestro medio. Leicester y Defensa no son gigantes, tampoco representan clubes del segundo escalón: sus historias se asemejan a las de héroes del silencio, que suelen estar apartados de las luces de los poderosos.

Hay, lógicamente, otros casos. Equipos del tercer orden que alcanzaron la cúspide en los últimos 30 años en las cinco principales ligas de Europa, cuando casi nadie lo creía. En Inglaterra, por ejemplo.

Blackburn Rovers en 1995. En Leicester viven unas 500.000 personas; en Blackburn, apenas 100.000: todas quedaron en estado de shock en aquella temporada. Jack Walker, un empresario dedicado al metal, invirtió millones de libras en el equipo; su deseo fue transformar a Rovers en un referente de la liga. Un ejemplo: pagó unos 3,5 millones -récord para la época- por Alan Shearer, un joven delantero de Southampton. Al fin, se consagró por tercera vez y cortó un período de 81 años sin ganar. Fue un suspiro: al cuento se lo conoce como «la primavera de Walker».

Montpellier en 2012 y Auxerre en 1996. Dos actores de reparto en una Francia dominada en las últimas tres décadas por PSG, Marsella, Monaco y Lyon. Montpellier, pequeño club de una gentil y aristocrática ciudad de la Costa Azul, fue todo un suceso: jamás había logrado el título. Su mejor posición se había dado en 1988 -con cracks como Laurent Blanc, Carlos Valderrama y Roger Milla-, cuando acabó en el tercer lugar.

Con Olivier Giroud -antes del seleccionado, antes de Arsenal y de Chelsea-, Montpellier invirtió apenas 2.000.000 de euros para conformar el plantel, frente a la soberbia de PSG, que gastó más de 106 millones y quedó a 3 puntos de la cúspide. Lo de AJA (Asociación de la Juventud Auxerroise), club fundado en 1905 por un sacerdote, es más curioso. La ciudad tiene menos de 50.000 habitantes y un aeropuerto del cual el principal cliente es -se dice- el club. Es la obra perfecta de Guy Roux, de 80 años, que la dirigió durante 40, en los que pasó de una formación de jóvenes amateurs a elegantes profesionales. Jacques Chirac, presidente de Francia, lo nombró caballero de la Legión de Honor en 1999. Aquel fue el único título de liga del equipo. Eric Cantona, provocador, surgido en esa casa, alguna vez dijo: «Francia no merece a Auxerre. Inglaterra, sin dudas, pero Francia, no».

Wolfsburg 2009 y Kaiserslautern 1998 y 1991. En Alemania, Bayern monopoliza todo: en los últimos 30 años logró 18 títulos. Sin embargo, hay espacio para las pequeñas historias. Con una urbe de apenas 120.000 habitantes, todo gira en torno a Volkswagen. «El coche del pueblo» fue idea del régimen de la época más oscura de la historia, que quedó a un costado con una conquista inesperada, guiada por un joven Edin Dzeko. Kaiserslautern fue otro milagro: se consagró en 1998, un año después de volver a la primera categoría. En 1991 había sido todo un suceso, en tiempo de la reunificación alemana. Hoy está en la tercera categoría, y 11º.

En España, en tres décadas, Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid abarcan todo. Apenas dos títulos consiguió Valencia, y uno, en 2000, La Coruña, mendigo entre reyes. Y en Italia hay que volar hasta 1991, con el Sampdoria de Toninho Cerezo, brasileño y colosal.

En América del Sur, Arsenal y Paranaense

En esta parte del mundo, al oeste de Greenwich y al sur del ecuador, es más factible que equipos de poca historia se consagren campeones. ¿Pero tan humildes como Defensa y Justicia? El caso de Arsenal, ganador del Clausura 2012, es todo una referencia. Luego de largos años en el ascenso, bajo la órbita de la familia Grondona y conducido por Gustavo Alfaro, logró un título impensado. Fue una época extraordinaria: el equipo celeste y rojo levantó la Copa Argentina 2013, la Supercopa Argentina 2012, la Sudamericana 2007 y la Suruga Bank 2008.

En tanto, en 2001 Atlético Paranaense logró el extenso Brasileirão en medio de una sorpresa mayúscula. Fue el primer título de su historia; en la final le ganó los dos partidos a São Caetano, otro equipo del bajo fondo.

Fuente: La Nación

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