Se trata de Juana Santos, un ejemplo para todos.
Juana Santos es una mujer como pocas, de una admirable entereza y que alberga en su pecho un corazón de oro. Es una sobreviviente. Pasó 10 años de esclavitud, antes de escapar de milagro a la ciudad de Mendoza, en la Argentina.
Juanita es natural de Bolivia y vivió una infancia muy difícil en su país natal. Creció bajo la tutela de unos padres negligentes y que le propinaron malos tratos, cuyas miserias dejaron huella en su humanidad.
Después, alguien la ayudó a escapar con la promesa de un futuro mejor, pero cayó en una trampa y fue obligada a trabajar. Se quiebra cuando siente esa especie de puñalada en el estómago al recordar aquellos días de horror y sufrimiento.
Sin embargo, esa misma sensación es el vehículo mágico que la impulsa a ayudar. Hoy libre de aquel infierno vive en el barrio Flores. En vista de que el merendero público de la zona dejó de operar, ella inaugurará uno nuevo en su humilde vivienda.
Juanita planea recibir al menos a unos 100 pequeños, provenientes de familias de bajos recursos, a fuerza de la venta del pan artesanal que realiza y así poder abastecerse de los insumos suficientes. Una historia increíble de superación, pero, además, de empatía, de solidaridad y de amor por el prójimo.