“No quiero ser mujer, quiero ser chef”. le dijo el pequeño a su madre.
En la sociedad se han establecido estereotipos que se mantienen arraigados en el patrón de creencias de las personas. Hay ciertos artículos, profesiones y oficios que son percibidos como aptos para un determinado género.
Lamentablemente, aunque se ha hecho un esfuerzo en los últimos años para promover la igualdad entre hombres y mujeres todavía hay mucho por hacer para garantizar los derechos de todos.
Sigue habiendo muchos niños alrededor del mundo que sufren las consecuencias de los prejuicios de los adultos que limitan su creatividad, su esencia, y su capacidad para soñar sin imposibles.
Recientemente se hizo viral el caso de un niño que les pidió a sus padres una cocina de juguete sin imaginar que su deseo sería cuestionado porque le preguntaron si estaba seguro, porque se trataba de un juguete para niñas.
Pero para el pequeño, su deseo no tenía nada que ver con su género, y podía ofrecerle diversión y entretenimiento a cualquier niño, así como cualquier persona adulta puede ser capaz de cocinar.
A su corta edad, el niño les dio una lección muy valiosa a sus padres y al mundo entero, es un error calificar los juguetes según esos erróneos paradigmas que quedaron calados en la mente de la mayoría de las personas.