La llegada de las fiestas de Navidad y Año Nuevo suele representar, además de un motivo de celebración, un trastorno auditivo para los animales domésticos, debido a los ruidos intensos ocasionados por el uso de pirotecnia. En muchos casos, esos ruidos producen conductas fóbicas, provocando huidas y accidentes.
Los animales domésticos tienen el oído mucho más desarrollado y sensible que el de los humanos; por ese motivo, un ruido que parece fuerte, ellos lo escuchan amplificado varias veces.
Se considera que un ruido que supera los 75 decibeles puede dañar el oído humano. En particular la pirotecnia genera un nivel de ruido más alto que el de los disparos (140 decibeles) y el de algunos aviones jet (100 decibeles), llegando en algunos casos a los 190 decibeles.
Si bien no se sabe a qué se debe que algunos perros sufren con los petardos y otros no, se cree que esto es debido a la existencia de patrones adquiridos y de aprendizaje, por ejemplo los perros de caza se acostumbran a los ruidos fuertes por las repetidas detonaciones de armas de fuego y a que se los acostumbra desde muy jóvenes.
Los signos que con mayor frecuencia presentan los perros, como reacción a los ruidos fuertes e imprevistos suelen ser congelamiento o paralización, intentos incontrolados de escape, temblores y taquipnea (jadeos continuos). En los gatos, en cambio, los síntomas pasan más desapercibidos, en general tratan de ocultarse o escapar.
Cuando la respuesta por miedo es desproporcionada, ya sea por su duración o intensidad frente al estímulo, se debe hablar de fobias, o conducta fóbica. Y si la causa es la pirotecnia, suelen experimentar ansiedad, confusión y miedo, evidenciando un comportamiento incontrolado.
¿Qué conviene hacer, entonces, con los animales domésticos, cuando llegan las fiestas de diciembre? Lo mejor es llevarlos con uno, siempre y cuando se trate de un lugar conocido por ellos, que permita cuidarlos y estar cerca de ellos, dándoles contención pero no sobreprotección.
De lo contrario, se recomienda aislarlos lo más posible del ruido exterior dejando la casa bien cerrada pero con ventilación, y con música de fondo con el fin de minimizar los estruendos.
Algunos de los síntomas a los que debe prestarse atención son: jadeos constantes, caminar de un lado a otro sin un objetivo, esconderse, temblar, salivar abundantemente, tener las pupilas dilatadas, no querer comer, buscar la protección del dueño o querer huir.
En los gatos los signos pasan más desapercibidos, ya que en general tratan de ocultarse o escapar. Pero todas esas señales indican la falta de bienestar del animal, lo que significa que en realidad están sufriendo y padeciendo una situación estresante.
Las conductas anormales de los animales frente a la pirotecnia no deben minimizarse ya que provocan estrés, pero tienen solución con atención profesional anticipada a los eventos que las desencadenan. Es necesario tratar estos problemas y no hay que esperar hasta último momento pues se requiere tiempo para la mejoría de estas fobias. Y en los casos, tener presente que no debe medicarse a los animales, ni en esta ni en otras circunstancias, sin la consulta previa al veterinario.